La retrocompatibilidad es la capacidad de un sistema moderno de ejecutar juegos (u software) de generaciones anteriores sin problemas. En consolas, se refiere a que una consola más nueva pueda cargar los juegos de su antecesora –por ejemplo, la primera PlayStation 3 podía leer discos de PS2 y PS1, o la Nintendo Wii correr juegos de GameCube–. Esta característica es muy valorada por los retrogamers, ya que permite disfrutar títulos clásicos en hardware actual sin tener que desempolvar la consola vieja. Gracias a la retrocompatibilidad (sea por hardware nativo, emulación integrada o adaptadores), se alarga la vida útil de nuestras bibliotecas de juegos retro en la era moderna.