El Input Lag, o latencia de entrada, es el retraso que existe entre la acción que realizas en el control (presionar un botón o mover una palanca) y la respuesta efectiva en pantalla. Para juegos clásicos, especialmente los de acción rápida o precisión como plataformas, shoot’em ups, o juegos de lucha, el input lag es un enemigo mortal del retrogamer.
En sistemas retro originales conectados a CRT, el input lag era mínimo o prácticamente inexistente. Sin embargo, en pantallas modernas LCD o mediante emuladores que procesan la imagen digitalmente, esta latencia puede aumentar, afectando notablemente la jugabilidad. Por ejemplo, jugar a Street Fighter II o Mega Man con latencia puede convertir la experiencia en algo frustrante e injusto.
Por este motivo, los retrogamers avanzados siempre buscan configuraciones, pantallas, cables, y hardware específico (como monitores gaming o FPGA) que minimicen el input lag al máximo. Se suelen medir en milisegundos, siendo imperceptible hasta los 16 ms aproximadamente (el equivalente a un frame en juegos de 60 Hz).
Minimizar el input lag es casi una obsesión para los jugadores clásicos que quieren una experiencia auténtica y fluida, tan importante como el hardware original o una buena televisión CRT. Este concepto técnico es clave para disfrutar correctamente de tus títulos retro favoritos tal como fueron diseñados.